Más allá de eso, hay un motivo simple para salvar a las especies: porque queremos hacerlo m uchos de nosotros amamos el mundo silvestre. Pensamos que los animales son lindos, majestuosos, o simplemente fascinantes. Nos encanta caminar bajo los rayos de sol que se asoman entre las ramas de un viejo bosque, o bucear sobre un arrecife de coral. ¿Quién acaso no cree que los gorilas de montaña sean formidables? La naturaleza es hermosa, y este valor estético es un motivo para conservarla, así como lo hacemos con obras maestras de arte como la Mona Lisa o Angkor Wat. ¿Y qué sucede con aquellas especies que no producen algo útil como medicinas? Es poco probable que la sangre de los gorilas de montaña contenga la cura para el cáncer. Por lo tanto este argumento, si bien tiene cierta fuerza, no nos lleva muy lejos. Un gran avance llegó en los años 90, cuando los biólogos empezaron a explicar todas las formas en que nos beneficia la simple presencia de las plantas y animales. Estos benefici...